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Contaminación del aire |
Los problemas ambientales en áreas urbanas
y en los alrededores de éstas son fenómenos que se derivan de la
sobrepoblación y que se traducen en el deterioro de las condiciones
ambientales. El cambio del uso del suelo, y la concentración del uso de
recursos naturales, están en el origen de los problemas ambientales.
Como lugar de crecimiento demográfico,
actividad comercial e industrial, las ciudades concentran el uso de
energía y recursos y la generación de desperdicios al punto en que los
sistemas tanto artificiales como naturales se sobrecargan y las
capacidades para manejarlos se ven abrumadas.
Esta situación es empeorada por el rápido crecimiento demográfico de
las urbes. Los daños o costos ambientales resultantes ponen en peligro
la futura productividad de las ciudades y la salud y calidad de vida de
sus ciudadanos.
Las ciudades se han vuelto las principales “zonas rojas ambientales“ que requieren urgentemente de atención especial en las evaluaciones ambientales regionales y de proyecto, y en la planificación y administración ambiental a escala regional metropolitana.
Los sistemas y servicios urbanos (p.ej. agua potable, saneamiento,
transporte público y caminos) se congestionan cada vez más debido al
crecimiento demográfico, comercial e industrial, junto con una mala
administración urbana.
Los recursos naturales (agua, aire, bosques, minerales, tierra),
vitales para el desarrollo económico de las ciudades y de futuras
generaciones, se pierden o malgastan mediante políticas urbanas
inapropiadas.
Aumenta constantemente el radio de impacto de las ciudades sobre los
recursos que se hallan lejos de sus fronteras. Es más, las áreas urbanas
se encuentran inundadas por sus propios desechos y asfixiadas por sus propias emisiones como resultado de políticas y prácticas inadecuadas de control de la contaminación y manejo de los desechos.
Muchos impactos negativos se asocian con las condiciones antes
descritas. Los mayores riesgos de salud en muchas ciudades de los países
en desarrollo, aun se encuentran ligados al tradicional problema de la
eliminación de la excreta.
Al mismo tiempo, existe una creciente preocupación en torno a los
riesgos que para la salud representa la modernización debido a los
desechos y emisiones tóxicos, traumas (accidentes de tránsito y otros,
muertes violentas), y el stress urbano.
La escala espacial de estos impactos va desde el hogar hasta la
comunidad entera, el área urbana y en algunos casos, las regiones más
allá. Los impactos de mayor preocupación aun se encuentran a menudo a
escala doméstica y comunitaria, y se relacionan con las deficiencias de
infraestructura y servicios urbanos.
Los habitantes de los urbes, particularmente los pobres, soportan la
mayoría de las condiciones del ambiente deteriorado mediante la pérdida
de salud y productividad y la disminución de la calidad de vida.
Se elevan los costos de la explotación de los recursos (p.ej. el
costo de nuevas fuentes de agua potable) a medida que se acaban los
recursos económicamente asequibles y de alta calidad.
Las emisiones relacionadas con los problemas ambientales regionales y
globales, se generan cada vez en las áreas urbanas o como resultado de
la demanda urbana (por ejemplo, la urbanización en sí podría ser un
factor principal en la demanda mundial de energía durante la próxima
generación).
La ciudad, sin mi coche
Los problemas de movilidad urbana, la contaminación del aire y el
ruido son una fuente creciente de preocupación para los europeos.
Como respuesta a esta situación, en 1998 comenzó a desarrollarse en
Francia la iniciativa “¡La ciudad, sin mi coche!”. Se planteó como una
experiencia piloto con el objetivo de resaltar los problemas de
movilidad en las ciudades y sus consecuencias en la calidad ambiental y
en habitabilidad de las mismas, atrayendo la atención de los ciudadanos y
autoridades locales sobre la incidencia negativa que la hegemonía del
automóvil tiene en nuestra sociedad. Asimismo se proponía la búsqueda de
nuevas alternativas de la movilidad urbana.
El objetivo del proyecto era sensibilizar tanto a los responsables
políticos como a los ciudadanos de la necesidad de cambiar los hábitos
de movilidad de las ciudades, para permitir comprobar los beneficios
ambientales de ciudades con menos vehículos privados, a la vez que se
promovía el diálogo entre todos los agentes implicados para el
desarrollo de nuevos planes y sistemas de transporte.
Esta experiencia se extendió a toda Europa desde que en el año 2000
la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea
proporcionó el apoyo político y financiero para la organización del día
europeo “¡La ciudad, sin mi coche!” que se celebraría por primera vez el
22 de septiembre de 2000 en toda Europa.
Durante los últimos años esta iniciativa ha evolucionado, ampliando
su ámbito geográfico de actuación y su grado de difusión a nivel
mundial. Dentro de esa evolución, y debido a la necesidad de extender
las actividades relacionadas con la movilidad sostenible a un periodo de
tiempo más amplio, en el año 2002 se lanzó la “Semana Europea de la
Movilidad”.
La Semana Europea de la Movilidad persigue los mismos objetivos que
“¡La ciudad, sin mi coche!”, pero intenta además que dicha contribución
se prolongue en el tiempo y que los ciudadanos perciban que se realizan
más esfuerzos, más variados y durante más tiempo que cerrar una zona de
la ciudad al tráfico durante un único día.
El siguiente paso en la evolución de las iniciativas fue ir aún más
allá y no conformarse con realizar actividades durante una semana, sino
desarrollar acciones e iniciativas que permanecieran en el tiempo y que
recordaran a los ciudadanos durante todos los días del año, que una
movilidad sostenible era posible. Así nacieron las medidas permanentes
como requisito indispensable para participar en las iniciativas y cuyo
pionero en su introducción fue España, extendiéndose más tarde dicho
requisito al ámbito europeo.
El trabajo realizado en los últimos años ha dado como fruto que los
Proyectos de la Semana Europea de la Movilidad y el Día sin Coches se
hayan consolidado a nivel europeo y español, hecho que se demuestra por
gran número de ayuntamientos participantes, de forma voluntaria, en el
desarrollo de estos proyectos. (Ministerio de Medio Ambiente)
Laura, concienciar acerca de una problemática tan importante como la contaminación es destacable, ¡La ciudad, sin mi coche! es una buena propuesta, en nuestras provincias debería implementarse alguna medida similar y no que sea sólo visible en la CABA con las bicendas y los centros de Ecobici. Algo es algo. Saludos
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